domingo, 15 de marzo de 2020

Opinión: La carencia de motivación en las leyes dominicanas y el «corroboro corroboro».

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Las leyes son parte de nuestra sociedad, eso es algo que no se puede discutir, estas sirven para regir los distintos asuntos que resultan ser necesariamente legislados. 

Esas normas deben ser producidas por un grupo de personas en teoría capacitadas para la realización de las mismas. 

El Derecho y la legislación tienen una estrecha relación, por no decir que son solo uno. Pero, en realidad, de una definición sucede la otra, pues como señala Kelsen, el Derecho: «es un sistema de normas que regulan el comportamiento humano...»[1] Con el hecho de que la palabra «norma» se aluda significa que una cosa debe crearse: la norma. 

El Poder Legislativo dominicano, según los artículos 76 y siguientes de la Constitución dominicana, está compuesto por la Cámara de Diputados y el Senado de la República, y, por ende, es el encargado de cumplir fielmente dicha producción normativa, por el bien de la sociedad.  

Dice el artículo 96 de la CRD que: «Tienen derecho a iniciativa en la formación de las leyes: 1) Los senadores o senadoras y los diputados o diputadas; 2) El Presidente de la República; 3) La Suprema Corte de Justicia en asuntos judiciales; 4) La Junta Central Electoral en asuntos electorales.» Y tambíen está el art. 97 que dice que mediante iniciativa popular, no menos del 2% de los inscritos en el registro de electores pueden someter leyes. 

Para la promulgación de leyes, debe de ocurrir un proceso, dentro del mismo se producen diversos debates correspondientes a la norma que se va a decretar. Cuando se finalizan dichas etapas quedan los conocidos proyectos de ley, que son las propuestas que presentan las distintas cámaras legislativas. 

En las motivaciones –o considerando- de las normas ya promulgadas, generalmente se esbozan las razones por la cual se dictó dicha ley. Estas, aveces pueden ser pasadas por alto, mas son importantísimas de leer, en ellas se puede ver el raciocinio de las cámaras y de nuestros representantes. 

A manera de ejemplo reciente, se encuentran algunos «considerando» la Ley núm. 16-19 que prohíbe el uso de la hookah en lugares públicos y privados, en el considerando tercero se establece lo siguiente: «Que el usuario de la hookah, al compartir la boquilla, está expuesto a la transmisión de enfermedades como la tuberculosis, el herpes labial, cáncer de pulmón y la destrucción de los dientes por causa del sarro.» En el considerando sexto: «Que la inhalación de la hookah incrementa la exposición toxica de sustancias como el monóxido de carbono, el sarro y el tabaco…»

Hay varias formas de transmitir la tuberculosis y el herpes labial, también el cáncer de pulmón, es por eso que dichas motivaciones –o considerando- son inválidas, pues no deben ser la únicas razones que reunieron para emitir dicha norma, y en caso contrario, entonces deben promulgarse normas que prohíban el cigarrillo y demás sustancias que puedan causar dichas enfermedades. 

No es defendiendo a la hookah per se, sino que, debe de existir una calidad de razonamiento al momento de motivar las normas que nos rigen como sociedad, no es solamente poner algo y ya está. Estos son los representantes nuestros ante el Poder Ejecutivo, y el pueblo no es poca cosa.

Como ciudadanos debemos elegir conscientemente a los que nos representan en el Poder Legislativo, para que no siga pasando como le respondió Vidal a la pregunta de Teodoro: «…que para un congreso ir, no hay más que saber decir, corroboro, corroboro.»[2]





[1] Kelsen, Hans. Teoría Pura del Derecho. 
[2] Alix, Juan Antonio. Corroboro, corroboro (1884). 

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